Tiioya caminaba deprisa por los relucientes pasillos del Centro Espacial.
Deprisa porque tenía una oportunidad de oro dentro de la carpeta que sujetaba con fuerza contra su pecho.
Por los relucientes pasillos porque era sol 1, y los sol 1 los pasillos eran limpiados.
Y Centro Espacial porque... Bueno, porque era un centro que se encargaba del espacio, el de fuera claro.
Tiioya tenía una estatura baja y era flaca, incluso para su raza. Llevaba un mono de piloto viejo de color naranja gastado. Lo había decorado con parches de toda clase. El mono era ancho, para permitirle rango de movimiento. Pero no lo suficiente para que le hiciera parecer más gorda de lo que era. Estaba enfundada en unas botas negras que resonaban al pisar. El pelo era también negro, le colgaba en forma de casco y se cortaba bruscamente unos centímetros por encima de los hombros. Caminaba con seguridad, la cabeza alta y al descubierto. Su tez era pálida y su nariz pequeña separaba a dos ojos rasgados de color amarillo intenso.
Era la hora de comer y muchos de los empleados empezaban a dirigirse a la cantina de la planta baja. Justo en dirección opuesta a ella. Consiguió cruzar el comedor antes de que se llenara demasiado. Aliviada, siguió andando. El Centro Espacial estaba dividido en dos edificios idénticos y cilíndricos conectados por un puente de cristal - lo llamaban la "H". Había 43 pisos en cada edificio. Su objetivo era el último piso. Los ascensores estaban demasiado llenos y Tiioya tuvo que subir por las escaleras. Cuando iba por el piso 34 se detuvo, jadeando y con la espalda sudada - aunque la poca gravedad del planeta era de gran ayuda, eran muchos pisos que subir. Apoyó su mano libre en el muro, encima del número del piso: "1.34" se leía en unos grandes dígitos pintados en los ladrillos. Dio un respingo, se había equivocado de piso. Este era el edificio 1, Navok se encontraba en el 2. Navok era la directora del Centro Espacial y el objetivo de esa carpeta. "Mierda!". No tenía sentido volver atrás, sería más rápido cruzar el puente. Siguió subiendo hasta el piso 43 y corrió en dirección al puente. La poca gravedad del planeta le ayudó a recorrer más de la mitad en tan solo unos segundos. Con grandes zancadas, que más bien eran saltos, podía recorrerlo casi sin pisar el suelo.
El puente tenía unos 200 metros de longitud y estaba construido mayoritariamente con cristal. A veces, cuando había mucha niebla parecía que el puente flotara, sin tener ni principio ni final. Pero hoy hacía un día despejado y se podía ver el gran campo que separaba el Centro Espacial del Centro de Lanzamiento. El motivo de este campo eran los los propulsores. Lo usaban para pastar. En ese momento había una media docena pastando tranquilamente. Era increíble como esos bichos tan pesados se podían elevar tan alto - se dijo Tiioya mientras se encogía en el aire para ganar velocidad y aterrizar a cuatro gatas para amortiguar la caída. Sus largas patas flexionadas superaban muchas veces los veinticinco metros cuando estaban extendidas. Aunque en tierra eran generalmente muy mansos. Sus amplias alas transparentes se recogían enrolladas a sus lados y sus patas delanteras colgaban flácidas, eran cortas y solo las usaban para comer. Tiioya observó que estos Propulsores tenían la piel endurecida, como si una capa rocosa y grisácea les cubriera el cuerpo. Y sus ojos eran de un color rojizo indicando que la combustión había sido reciente. Eran Propulsores adultos. Nunca había montado a uno y el corazón le latió con fuerza cuando uno de ellos levantó la cabeza y bajó el cuerpo - iba a saltar. Se encontraba en la plataforma de lanzamiento. Un piloto estaba sentado en su lomo. Tiioya aterrizó, paró en seco y se quedó mirando. El piloto le dió unas palmadas al gigante bicho y este bajo su cuerpo hasta rozar el suelo con su vientre. Las patas del Propulsor temblaban de la tensión. Y cuando Tiioya menos se lo esperaba, despegó. Como un muelle su aceleración de arranque fue tan rápida que apenas pudo seguir su trayectoria. La hierba alrededor de la plataforma se removió. Un forma borrosa salto entre las rocas de asteroide ligero ancladas alrededor de la plataforma. Cada una más alta que la anterior, debía haber un docena. Finalemente, se redujo a un punt negro en el cielo y desapareció. Debía ser una rutina de órbita. Los asteroides que envolvían el planeta podrían ser peligrosos - cuando los de tipo pesado asteroide pesado chocaban entre ellos se rompían y algunos de los trozos podían entrar en la atmósfera y caer en picado. No era raro que alguien muriera de vez en cuando por un golpe en la cabeza. Por lo que era importante revisarlos de vez en cuando.
Tiioya consultó su reloj y maldijo entre dientes, no se podía entretener! Empujó sus energías e hizo un sprint final, por suerte el puente estaba prácticamente vacío a estas horas y pudo correr sin que nadie la bloqueara. Finalmente, llegó al edificio 2, los altos trabajadores la miraban sorprendidos, algunos con sonrisas de burla. Tiioya se percató de que estaba empapada de sudor, su cara debía estar al rojo vivo. Les fulminó con la mirada y los altos trabajadores dejaron de sonreir. Después de torcer en varios pasillos, llegó al despacho de Navok y se detuvo exhausta. Tenía una recia puerta de madera barnizada. Navok era del noroeste y le gustaban los materiales naturales, le pareció muy bonita. Estaba decorada con relieves que representaban el sistema solar. Se podía ver el sol Yert, seguido de su planeta Tepor, la luna de Nohl y el camino de asteroides que se extendía en varias direcciones desde Tepor. Tiioya siempre se había preguntado qué había causado está gran cantidad de asteroides. Los científicos nunca lo habían descubierto, aunque muchos creían que había sido un choque de planetas hace millones de años.
Tiioya empezó a temblar y alargó una mano para llamar. Pero la detuvo en el aire; de repente, esa puerta le parecía intimidante. Y si el informe era incorrecto? Al fin y al cabo, era ella quién lo había hecho. Pero llevaba apenas dos semanas en el Centro Espacial, era tan solo una novata. No podía fallar, no ahora... Este trabajo era lo único que tenía. Pero en el fondo, sabía que no se equivocaba - era buena en su trabajo y había revisado el informe tres veces. Era hora de intentar confiar en sí misma, al menos en esto - no tenía nada más. Cogió conciencia de su mano de nuevo y llamó a la puerta, tan solo dos toques - como indicaba la costumbre.
- Adelante - respondió una voz grave.
Tiioya entró empujó la pesada puerta, cerrándola con cuidado a su paso. Era la primera vez que se encontraba en el despacho de la directora Navok. Se quedó unos segundos quieta - contemplando la sala. Como la mayoría de las salas de las torres era circular. Una gran mesa de caoba ovalada se encontraba en el centro. Los muros circulares eran de la misma madera que la de la puerta, estaban llenos de estantes de libros - debía haber miles! Del techo colgaban peceras con Luminosos. Navok había elegido unos de luz blanca. Normalmente los cambiaban por la tarde por unos de tonos más cálidos. Tiioya observó los peces. No tenían ojos y tenían un cuerpo esférico con una pequeña cola que usaban para nadar. Siempre le daba pena verlos encerrados, prefería la electricidad de Nohl, o simples velas. Pero la electricidad era algo que aún no había sido aceptado. Esos peces valían una fortuna pues debían ser pescados de las profundidades del océano.
La parte del muro justo delante de la puerta era una gran cristalera que daba al Gran Bosque. Navok se encontraba sentada delante de la mesa, de espaldas a la cristalera. Tenía el rostro concentrado y llevaba unas pequeñas gafas de montura roja. Estaba estudiando unos papeles llenos de fórmulas. Se podría decir que Navok era corpulenta, medía casi cinco veces más que Tiioya. Navok era del norte, del clan de los gigantes - eran los que dominaban el área científica del planeta. La mesa era tan alta que le alcanzaba a ver los agujeros de la nariz. Una gran papada verdosa le caía flácida de la barbilla escondiéndole completamente el cuello. Entre sus pliegues, pequeños ríos de sudor discurrían lentamente y vertían gotas sobre la superficie de la mesa. Como todos las gigantes era calva, con una nariz pequeña pero respingona y unos ojos naranjas muy penetrantes.
- Y bien? - dijo Navok sin levantar la vista.
Tiioya se sobresaltó. No era común de ella estar tan nerviosa. Y se dió cuenta de qué todavía no ha había hablado. La directora hablaba siempre arrastrando cada sílaba. Muy lentamente pero con una potencia de voz tan grave que cada una te golpeaba como si fuera un martillo. Tiioya nunca se había acostumbrado. No es que los gigantes sean lentos metalmente. De hecho, su cerebro es más rápido que las demas razas, es su cuerpo que tarda en procesar lo que llega del cerebro.
Se recuperó como pudo del susto, se alisó el pelo y dijo:
- Ha chocado señora.
- Puedes ser más explícita? - dijo Navok alzando una ceja que tardo varios segundos en alcanzar su cenit. La cara impasible.
Tiioya siempre tenía problemas por ignorar el lenguaje facial y corporal de los gigantes que iba siempre atrasado a sus pensamientos.
- El último propulsor prestado a los Nohls ha impactado esta madrugada a las 3 am - dijo con firmeza Tiioya.
- Esos malditos... ¿Contra que ha impactado?
- Contra nada señora.
- ¿Cómo dices? - preguntó Navok frunciendo el ceño.
- No se han detectado daños. Ha chocado contra el vacío... Bueno, ha rebotado.
Navok dejó caer los papeles y bajó la cabeza bruscamente - bruscamente para un gigante, lo que significo unos dos segundos. Aún así, una fuga de gotas manchó a Tiioya que no dijo nada, aunque notaba el sudor ajeno en cayéndole por su cara. Sus ojos naranjas la miraron con una intensidad infernal mientras sus papadas aún se balanceaban.
- ¿Cómo? - Navok pronunció cada letra con una ansiedad palpante mientras crispaba los dedos encima de la mesa hasta que se convirtieron en grandes puños verdes.
Tiioya tragó saliva. Se sentía diminuta delante de esa alta mesa. Los gigantes eran generalmente apacibles y lentos pero Navok era conocida por perder los nervios.
- Eso dice telemetría. No había ningún cuerpo celeste en su trayectoria. Simplemente, se ha... parado y ahora vuelve. Ha... rebotado?
- Yo misma he hecho los cálculos - añadió rápidamente mientras sacaba el informe de su preciada carpeta y se lo entregaba a Navok.
Navok no dijo nada y empezó a pasar las páginas. Era una física de base, y muy buena. Tiioya volvió a temblar y escondió las manos detrás de la espalda. Con cada página que leía Navok abría cada vez más los ojos. Después de un par de minutos sus ojos se habían abierto tanto que parecía que iban a salirse de las cuencas.
- Mierda, esto es serio. Llama a Jank, esto va a ir para largo - dijo Navok aún con los ojos como platos.
Tiioya respiro aliviada - pese a la gravedad del asunto, había acertado. O eso parecía.
La directora se quedó mirando por la ventana con la cara preocupada. La luna de Nhol se encontraba visible. Tenía un color púrpura y se movía rápido a través del cielo azul. Se podían distinguir varias explosiones naranjas y verdes a lo largo del ecuador. A los habitantes de Nhol les gustaban demasiado los explosivos, sobre todo desde que habían descubierto la pólvora hace unas décadas. Habían tenido muchos problemas con ellos, pero su conocimiento de los materiales era demasiado valioso para no seguir cooperando. Sin embargo, este "rebote" se salía de lo común, no tenía ningún sentido.
Navok se giró y la miró con firmeza.
- Qué haces todavía aquí... eh - Navok dudó.
Tiioya se dió cuenta que tampoco se había presentado.
- Tiioya, equipo de telemetría 3A. Yo... Me gustaría unirme al equipo de rescate del Propulsor.
- ¿Has pasado las pruebas?
- Todas, menos las de equipo.
- Entonces nada. Ve a buscar a Jank.
- Pero he sacado perfecta puntuación en el resto. ¡He sido yo quien ha encontrado el Propulsor perdido!
Tiioya se dio cuenta de que había alzado la voz pero le dio igual, no era justo.
- Tiioya, trae a Jank. Ahora.
Tiioya vio en su cara que no había lugar para una respuesta - la conversación había terminado. Se dió la vuelta y salió rápidamente a los pasillos relucientes con una impoténcia creciente.
Rápidamente porque estaba frustrada y enfadada y varias lágrimas empezaron a nacer en sus ojos.
Impotente porqué se iba a perder el viaje y no podía hacer nada al respecto.
Por los pasillos relucientes porque... Porque era sol 1 y los sol 1 los pasillos se limpiaban.




M'agrada la Tiioya, arribarà lluny, estic segura que farà quelcom important. Una heroïna menuda i molt llesta